29 marzo 2012
27 marzo 2012
NI DESALADORAS, NI TRASVASES
Con la llegada a la Moncloa de Mariano Rajoy en la Comunidad Valenciana se acabó el victimismo de los últimos años del Gobierno de Zapatero, ahora ya nadie del Gobierno Valenciano del PP se manifiesta con lo regante pidiendo agua para todos y ni tan siquiera exigen al presidente del Gobierno el Trasvase del Ebro, que tanto reclamaron al gobierno socialista. Tan poco cuestionan la llegada del AVE a Alicante y Castellón ni tan siquiera critican la financiación autonómica que según ellos castigaba sobre manera a nuestra Comunidad al no reconocer la población real de la Comunidad Valenciana, en fín paraece que ha sido milagrosa la llegada del Sr. Rajoy a la presidencia del Gobierno y desaparecer automáticamente el victimismo al que nos tenían acostumbrados el Gobierno de la Generalitat Valenciana

En la Comunidad Valenciana, la autonomía con más consumo por
hogar de España, hay dos plantas de desalar operativas mientras que las cinco
planeadas por el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero a través de Acuamed,
la empresa pública de Medio Ambiente, a partir de 2005 están en fase de
construcción o pruebas. Ninguna funciona y se desconoce la fecha exacta en la
que producirán agua más allá de un impreciso “a lo largo de este año”. La razón
principal, los retrasos de los permisos del Consell. La Generalitat tiene
autorizaciones pendientes en tres de las cinco plantas que contemplaba el
Programa Agua del Ejecutivo socialista. “Las desalinizadoras están acabadas
pero no pueden funcionar a causa de las trabas que la Generalitat”, explica el
expresidente de la Sociedad Española de Infraestructuras Agrarias del Sur
(Seiasa), el socialista Francisco Rodríguez Mulero. El antiguo responsable del
Ministerio de Agricultura sostiene que el Consell siguió una hoja de ruta para
boicotear las obras. “Los exconsejeros de Medio Ambiente José Ramón García
Antón y Juan Cotino sabían que debían poner pegas para que las desalinizadoras
no funcionaran”, relata.
La inversión de
las factorías paralizadas —sin incluir los gastos de mantenimiento— supera los
450 millones y su capacidad de producción rebasará los 132 hectómetros cúbicos
anuales, el equivalente a 132 estadios como el Santiago Bernabeu. La Unión
Europea, que subvencionó con hasta 55 millones la factoría de Torrevieja, exige
al titular de Agricultura y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, que ponga en
marcha las obras. El ministro reveló ante el Congreso que las 17
desalinizadoras de España trabajaban al 16,45%.
En las inmediaciones del Saladar y los Arenales de Agua Amarga
(Alicante), operan las dos únicas desalinizadoras de la Comunidad. La primera
se concibió para abastecer a una población de medio millón de habitantes de
Elche, Santa Pola, Alicante y San Vicente del Raspeig, que se dispara en verano,
y funciona desde 2003. Fue inaugurada por la exministra de Medio Ambiente
popular Elvira Rodríguez, y Francisco Camps, durante el mandato de José María
Aznar. Las dos plantas de Alicante, donde el 80% del agua consumida es
desalada, forman parte de la Mancomunidad de los Canales del Taibilla
(Ministerio de Agricultura), que también acoge dos instalaciones en San Pedro
del Pinatar (Murcia), ideadas para cubrir 17 municipios alicantinos como Pilar
de la Horadada, Rojales, San Fulgencio o Guardamar.
Las fábricas de
agua proyectadas por Acuamed en Mutxamel, Sagunto, Torrevieja, Cabanes y
Moncofa permanecen paradas, pese a que su construcción comenzó a partir de
2006, el Gobierno desembolsó las inversiones correspondientes y Bruselas
repartió con generosidad subvenciones que superaron de media el 20%. Salvo
Torrevieja, de carácter mixto, todas se pensaron con vistas al abastecimiento
humano y preveían la posibilidad de su ampliación. Pertenecen a un modelo que
buscaba la producción estable y generar agua in situ y desterrar el fantasma de
las tensiones territoriales, que fue justo lo que no se consiguió. El Ejecutivo
socialista prometió como alternativa al trasvase una inyección para Cataluña,
Comunidad Valenciana, Almería y Murcia de unos 1.000 hectómetros cúbicos
anuales, de los que más de la mitad (600) llegaban del mar. Se aspiraba a
inculcar una nueva cultura el agua, que contemplaba el ahorro (la Comunidad
Valenciana es líder en fugas de agua), la modernización de regadíos, la
reutilización de aguas residuales y el aprovechamiento sostenible de los
acuíferos.
Los planes de la ministra Narbona no contaban la llegada de un
invitado inesperado, la crisis. Las desalinizadoras de Cabanes y Moncofa
encaran desde 2008 el obstáculo del desplome inmobiliario. Los municipios se
comprometieron a abonar a Acuamed los costes de explotación y amortización de
las plantas, que habían sido concebidas para una avalancha de población que no
llegó. La fábrica de agua de Cabanes prometía hasta 42,9 hectómetros cúbicos al
año y Moncofa, 19,8.
La caída de los
ingresos y el principio de rigidez presupuestaria impuesto por el Gobierno,
despertó del sueño y modificó las prioridades de pago. Y ahora los Ayuntamientos
afectados se quejan de que no pueden asumir la factura inicial de esa agua que
requerían para levantar sus quimeras de crecimiento. “El PAI no se ha
desarrollado y de momento no existe necesidad alguna de agua desalada”, admite
el Ayuntamiento de Cabanes, que preside el popular Vicente Artola, en
referencia a la evaporación del parque temático Mundo Ilusión, que afectaba a
18 millones de metros cuadrados y por los que el municipio se comprometió a
pagar a Acuamed 800.000 euros anuales.
En el mismo aprieto se encuentran Oropesa, Benicàssim y Xilxes,
que pactaron en marzo un frente común para negociar sus convenios con Acuamed.
Moncofa, gobernado por el PSPV, defiende la desalación mientras que Xilxes, que
planeaba un campo de golf y 6.500 viviendas, dice que ya no necesita el agua.
La asfixia económica y la caída de las previsiones de crecimiento dejan en el
aire también las desalinizadoras que no han comenzado a construirse, como la
prevista en Dénia. La localidad de La Marina, gobernada por el PP, prefiere
comprar agua de la vecina Xàbia, donde ya existe una planta, a levantar una
nueva obra cuyo coste rebasaría los 22 millones de euros.
Los próximos
meses se revelarán cruciales. Acuamed confía en que el Ministerio revise las
actuaciones “caso por caso” pero recuerda que los municipios se comprometieron
en los años de bonanza a sufragar a escote las desalinizadoras. El departamento
que dirige Miguel Arias Cañete ha declinado responder a EL PAÍS al respecto.
Los socialistas valencianos, que pagaron con una sangría de votos
la impopular defensa de las desalinizadoras, mantienen la vigencia del plan
Agua. “Le hemos planteado al Gobierno que ponga en marcha las obras”, explica
el senador por Castellón Enric Navarro. Pero admiten que el cargo de las
actuaciones llega en época de vacas flacas y con la tijera sobrevolando sobre
las arcas locales. “La situación económica actual no permite asumir unos costes
tan altos”, explica José María Ángel, alcalde de L’Eliana y responsable de
política municipal del PSPV, que apunta que los pagos a Acuamed no atenazan
solo a los municipios con desalinizadoras. L’Eliana, con un presupuesto de 15
millones, negocia una rebaja de las cuotas de amortización y explotación de una
desnitrificadora instalada para mejorar la calidad de los recursos hídricos y
que podría suponer cuando funcione un gasto de 800.000 euros anuales. “No nos
negamos a pagar, pero necesitamos una cifra asumible y adaptada a las
circunstancias”, dice el regidor.
La evolución del
sueño hídrico de José Luis Rodríguez Zapatero —en España sólo se han construido
17 de las 51 desalinizadoras previstas— , las reticencias de los Ayuntamientos
en crisis a asumir la factura de Acuamed, y la dependencia de un urbanismo en
dique seco suscita una pregunta. ¿Hacía falta tanta agua? “Un empresario me
dijo que una cosa son las necesidades reales y otra las del papel, que sirven
para renegociar proyectos”, explica el profesor José Luis Sánchez, del
Departamento de Ciencias del Mar de la Universidad de Alicante. Sánchez está
especializado en el estudio y control de los vertidos de salmuera al mar (agua
con una gran proporción de sal) y ha seguido de cerca la evolución de las
plantas de Alicante o Murcia. Sostiene que las desalinizadoras generan un
impacto que la tecnología puede evitar. Como el resto de técnicos consultados
por EL PAÍS, estima que el agua se transmutó en un ariete político, que las
administraciones actuaron movidas por la euforia de la construcción, y que los
partidos se embarcaron en planes que concebían la política hídrica como ejes de
su estrategia para azuzar al adversario. De todo eso ya no queda nada. Salvo
las facturas.
Con la guerra
amainada, Mariano Rajoy en La Moncloa y el proyecto del trasvase del Ebro en el
cajón, el Consell se despoja del lenguaje de la crispación y promete lealtad al
Ejecutivo del PP, que no incluyó el trasvase en su programa electoral.
“Contamos con un nuevo Gobierno en España, que ya ha demostrado su
predisposición para alcanzar un pacto nacional para la gestión del agua y el
diseño de un nuevo PHN”, indica la Consejería de Agricultura. Arias Cañete
admitió a inicios de marzo que no habrá planificación hídrica hasta dentro de
dos años.
Problemas en la mayor fábrica de agua
Transformada en un símbolo de la política hídrica del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, la desalinizadora de Torrevieja, será “en breve” una de las mayores fábricas de agua de Europa, según Acuamed, que no precisa cuándo empezará a funcionar. La capacidad de la fábrica de agua, 80 hectómetros cúbicos al año, permitirá abastecer a más de 400.000 personas de Murcia y Alicante.
Desde el primer ladrillo, la planta de Torrevieja, que figuraba entre las primeras infraestructuras para sustituir el derogado trasvase del Ebro, fue objeto del vía crucis de zancadillas administrativas del Con-sell. Durante la construcción, una empresa contratada por la Consejería de Infraestructuras bloqueó el acceso al recinto de los camiones de la obra. La penúltima traba, un permiso de toma de agua que se retuvo porque atravesaba un puerto competencia de la Generalitat, se desbloqueó en noviembre, en vísperas de la victoria de Mariano Rajoy.
La instalación se encuentra acabada, el grueso de la obra concluido, a falta de una actuación menor, la toma y vertido de mar. La puesta en marcha de la mega factoría de agua depende ahora de una autorización ambiental, que Acuamed solicitó a la Generalitat en 2009. “No sabemos la fecha exacta en la que entrará en funcionamiento, pero será a lo largo de este año”, dicen desde el organismo que depende del Ministerio de Agricultura. La planta ha costado 300 millones, 55 de ellos en subvenciones de la UE.
El Consell sigue mirando con recelos a Torrevieja. Asegura que su puesta en funcionamiento dispararía un 35% la factura hídrica de la Mancomunidad de los Canales del Taibilla, que nutre a una parte de los municipios del sur de Alicante. “El elevado coste hace que el agricultor no pueda asumir su explotación”, sostienen desde la Consejería de Agricultura. El impacto ecológico del vertido de la salmuera es otro de punto de fricción, que critica la Generalitat. “Es cierto que las desalinizadoras tienen un impacto ambiental, pero se puede evitar y existen fórmulas para hacerlo de un modo eficiente. Además, en la zona de vertido de Torrevieja no había praderas de posidonia, que es donde se puede dar el problema”, explica el profesor José Luis Sánchez Lizaso, del Departamento de Ciencias del Mar de la Universidad de Alicante. “Lo del impacto medioambiental es otro rollo más que se han inventado los del PP para retrasar la obra, ya que la depuradora de Pinedo es bastante más agresiva que una desalinizadora”, añade un consultor ambiental que trabaja para Acuamed y pide el anonimato.
El PP entierra la guerra del agua
Abrazado al patriotismo hidrológico, el Consell se fijó como prioridad la reclamación del trasvase del Ebro derogado en 2004. El Gobierno de Francisco Camps alentó —cuando no sufragó directamente— manifestaciones, paellas, fundaciones y campañas de publicidad en Canal 9 para reclamar una infraestructura hídrica que encendía a los ecologistas. El Consell selló una alianza de facto con su homólogo murciano Ramón Luis Valcárcel para cargar contra la ministra Cristina Narbona, que encajaba insultos y salía escoltada como un árbitro tras sus encuentros con agricultores. El Rajoy jefe de la oposición defendía los trasvases en Murcia y Valencia y ejercitaba el malabarismo dialéctico en Aragón y Castilla-La Mancha, en manos de los socialistas. En Cataluña gobernaba un tripartito de izquierdas con presencia independentista. La ecuación resultaba perfecta para el PP, que presumía de un discurso autonómico monocorde.
Ocho años después, el escenario se ha transformado. El azul tiñe el mapa regional. Los conservadores, que borraron el trasvase de su programa electoral nacional, gobiernan en 12 de las 17 autonomías. El PP pilota Aragón y Castilla-La Mancha, donde Dolores de Cospedal, que además es la número dos del partido, plantó cara en diciembre a Valencia y Murcia al recurrir contra el último trasvase del Tajo al Segura del Gobierno. La alianza entre PP y CiU entierra la reivindicación del trasvase. Y para completar el círculo, el nuevo presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), que depende del Ministerio de Agricultura, es Xavier de Pedro, del Partido Aragonesista (PAR), socio de la popular Luisa Fernanda Rudi. “El trasvase del Ebro no está en estos momentos sobre la mesa”, advirtió recientemente De Pedro.
Ante el nuevo escenario, el Consell modula el tono. Critica las desalinizadoras pero pasa de puntillas sobre el trasvase. “El programa Agua no fue más que una marca acompañada de un listado de obras de las que no se analizó su viabilidad”, dice en un correo la portavoz de la consejería de Agricultura, que sustituye la reivindicación del trasvase —término que no aparece en la respuesta— por la necesidad de considerar la “conexión entre cuencas”. El departamento de Maritina Hernández culpa al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero de “ocho años de crispación” en materia hídrica. Los antiguos responsables socialistas, difieren. “Todo respondió a una operación de marketing político, que los trasvases fueron una falacia y que el PP consiguió engañar a los valencianos”, explica el expresidente del Seiasa, Francisco Rodríguez Mulero.
El paro sube a 5,6 millones y marca un nuevo máximo en el arranque de 2012
n
La tasa se
eleva al 24,44% y roza el anterior récord, alcanzado en 1994
n
La cifra total
de parados se ha incrementado en 729.400 en un año
La recaída en la
recesión de la economía española ha provocado un fuerte aumento del paro en el
arranque de este 2012. Según los datos de la Encuesta de Población Activa que ha publicado hoy el INE, el total
de personas sin trabajo ha subido en 365.900 personas entre enero y marzo, lo
que ha dejado el total de desempleados en 5.639.500, un nuevo máximo histórico.
Del lado del empleo, en este periodo se han destruido 374.300 puestos de
trabajo, con lo que el total de ocupados baja a 17.433.200.
Tanto
para el empleo como para el paro, este trimestre es el peor desde el inicio de
2009, periodo en que España atravesaba la peor fase de la Gran Recesión.
Además, el persistente deterioro del mercado laboral también ha elevado la tasa
de paro al 24,44%, con lo que roza el récord de 1994, cuando llegó al 24,55%.
Además,
con vistas al futuro, las previsiones estiman que el deterioro del mercado
laboral se prolongue durante algún tiempo, sobre todo teniendo en cuenta que el
impacto de los nuevos ajustes aprobados para reducir el déficit y recortes
apenas se han puesto en marcha. Este hecho se hace patente en que el empleo
público, que registró su primer descenso en términos interanuales en la EPA del cuarto trimestre de
2011, mantiene prácticamente su caída.
Para
el Gobierno, en 2012 se destruirán un
total de 630.000 puestos de trabajo a tiempo completo, lo que dejará la
tasa de paro en el 24,3%, por el impacto de la recesión en el empleo. No
obstante, los servicios de
estudios privados auguran
que el desempleo seguirá subiendo también en 2013.
Por
sexos, el descenso de la ocupación es casi tres veces mayor entre los varones
(278.300 menos) que entre las mujeres (96.000 menos). Por el contrario, el
aumento del paro afecta prácticamente por igual a varones y mujeres.
En
cuanto al impacto de la crisis por ramas de actividad, la ocupación desciende
en todos los sectores y sube el paro. En los servicios hay 147.900 desempleados
más, en la Agricultura
59.700, en la Industria
49.800 y en la
Construcción 29.500. También crece el paro entre las personas
que perdieron su empleo hace más de un año (66.200 más) y entre quienes buscan
su primer empleo (12.800).
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