03 abril 2012

El secreto de Milagrosa, la Perla de Gürtel


Milagrosa Martínez, conocida como La Perla en el sumario Gürtel, es la presidenta de las Cortes Valencianas y se ha hecho nacionalmente conocida por aceptar un reloj de 2.400 euros de El Bigotes en su etapa de consejera de Turismo. Previamente, su departamento le había asignado contratos por varios millones de euros para que le montase con una cuadrilla las estanterías de Fitur.
Igual que Tony Blair llamaba “eh, tío” a los periodistas cuyos nombres no recordaba, Milagrosa hacía lo mismo con todo el mundo, pero en versión valenciano-castiza. Si le llamaba un informador, ella le decía “eh, Perla”; si le llamaba el presidente de la Generalitat, ella le respondía “¡qué tal Perla!”, y si le llamaba El Bigotes, pues lo mismo.
La aparición de Martínez en el sumario Gürtel no es poca cosa,tanto por la enorme relevancia pública por el cargo que ocupa (segunda autoridad autonómica) como por la metáfora con la que este personaje sencillo evoca la raíz podrida del entramado.
Milagrosa Martínez era la alcaldesa de Novelda, un pueblo alicantino modélico, porque no tiene de nada pero sus habitantes lo hacen bien todo. A saber, en Novelda no hay canteras, pero están las mayores empresas de mármol de Europa que, durante décadas han alicatado los palacios saudíes. Ni crece un mísero hierbajo, pero está la especiera más importante de España, que trae el azafrán de Irán. Y así, en un buen puñado de sectores. Pocos escándalos urbanísticos y mucha iniciativa empresarial.
Eso, en el mejor de los casos, debió pensar Francisco Camps cuando la nombró consellera de Turismo, pese a que el pueblo que gobernaba no acoge a ningún turista ni ella tenía repajolera idea de este negociado. O quizá el polémico nombramiento obedeció a que fue de las primeras alcaldesas alicantinas que juró fidelidad al presidente autonómico en pleno fragor de la batalla por el control del partido con Eduardo Zaplana.
El caso es que, no contento con haberla elevado a una de las carteras más importantes de su Gobierno, y sin que, aparentemente, hubiese destacado en esta etapa más que por su gracejo, Camps la invistió como presidenta de las Cortes tras guillotinar a otro insigne zaplanista, Julio de España.
Y ahora nos enteramos de que Milagrosa, política incorrupta y llana,repartió como si fuese un aspersor un reguero de millones a Orange Market y demás satélites purulentos de Francisco Correa en la Comunidad Valenciana. Y lo hizo con extrema diligencia, pagando en los legales 90 días, en una autonomía que tarda cinco meses en pagar a sus proveedores, así se estén asfixiando por falta de crédito.
Conocí a Milagrosa Martínez y no me entra en la cabeza que se dejase corromper por un peluco de lujo. Simplemente, y teniendo en cuenta la espiral de irracional éxito en la que había entrado su carrera,debió pensar que el que un adjudicatario le regalase un reloj que cuadruplicaba el salario mínimo interprofesional era lo normaldentro del paisaje de amiguismo, lujo y estulticia con el que Camps tenía decorada su administración. Lo que me extraña más de este personaje sencillo, es que no se haya marchado a su casa, abochornado.

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