Enrique del Olmo
Sociólogo
Todo
ha cambiado en la política española después de las elecciones europeas del 25
de mayo. En ellas se ha puesto en evidencia que existe en nuestro país un nuevo
mapa político y están en marcha procesos complejos que afectan intensamente a
todas las fuerzas y sectores. Los viejos modelos de análisis y de acción
política han quedado anticuados como esos antiguos mapas urbanos donde gran
cantidad de cosas ha cambiado y faltan muchísimas nuevas. Además, el proceso
social y político se acelera, y así como las elecciones europeas han marcado un
antes y un después en la política española, avanzamos ahora hacia otra fecha
que va ser tanto o más fundamental: mayo de 2015, cuando se celebraran las
elecciones municipales y un buen número de autonómicas.
Dichos
procesos electorales van a medir la profundidad de los cambios, la corrección
de las tendencias y nos indicarán cuáles tienden a consolidarse en el nuevo
escenario político y social, algo que luego, en las elecciones generales, se corroborará
o no.
Las
municipales van a ser no sólo una batalla por el color de los gobiernos
locales, sino también por la puesta en cuestión de sus formas de gobierno, de
su vinculación con la sociedad y de algo fundamental: su dependencia de los
poderes que han impuesto el enorme retroceso social, económico y democrático
que afecta a los españoles.
Desde
el punto de vista de la gente normal, de los que no forman parte de la
camarilla de los ricos y los privilegiados, en suma de los de abajo; desde el
punto de vista de la izquierda, de los movimientos sociales, el reto es simple
y claro, aunque no sencillo de realizar: desalojar al PP y a la derecha de las
instituciones locales y autonómicas. Este objetivo no puede ser sustituido por
nada, ninguna diferencia, ningún enfrentamiento del pasado o del presente,
ningún modelo de actuación política, ningún interés partidario o de grupo puede
eludir esta tarea de auténtica salud pública. Es imprescindible acabar de una
vez con el poder de una derecha que además de defender los intereses de unos
pocos sacrificando para ello los de todos los demás, para colmo es torpe,
ineficaz e inculta. Una derecha que nos ha hecho retroceder 30 años y que con
su Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local
ha eliminado de cuajo a los municipios como estructura básica de la democracia
y del bienestar de las personas. Una derecha que ahora pretende un nuevo giro
de tuerca con la elección directa de alcaldes, para acabar con la pluralidad y
el control democrático de los municipios. Por eso, toda política debe estar
supeditada a este objetivo y a cada uno la sociedad le pasará factura en
función de cómo responda.
Pedro
Sánchez, nuevo secretario general del PSOE, ha señalado que la prioridad son
las elecciones autonómicas y municipales. Un argumento que en sí mismo es
coherente con el que antes he planteado, pero al cual se han agarrado muchos
barones regionales y posibles alcaldables para aplazar las primarias federales
a la Presidencia.
Pero la realidad es que priorizar las autonómicas y
municipales no sólo está lejos de ser incompatible con la celebración de
primarias, sino que éstas son muy positivas para obtener un buen resultado.
Pedro Sánchez no ha mostrado hasta ahora cómo abordar este proceso y tampoco ha
aclarado si va a continuar con las viejas formas que quieren imponer los
barones y que la militancia ha cuestionado en la elección del día 13, o va a a
dar el paso de abrir las primarias locales y autonómicas a los
ciudadanos, tal y como había defendido él mismo en sus declaraciones a Europa
Press del 24 de junio, poniendo como ejemplo del lugar
de celebración la ciudad de Madrid, tema con el que había coincidido
tanto con Madina como con Tapias. Porque las primarias abiertas no son
simplemente un sistema de selección más democrático, sino un magnífico
instrumento para derrotar a la derecha. Para conseguirlo, el PSOE tendrá que
resistir la fortísima tendencia inmovilista, que también se ha manifestado en
la elección a la secretaria general, y deberá salir de forma decidida en busca
de una parte de la sociedad que sigue contemplando con distancia sus
movimientos, pero que pide realidades, no sólo formas, y sobre todo decisión y
voluntad de derrotar al PP.
IU
y Podemos tienen un reto común y a la vez diferente. IU se ha movido con
celeridad y ha recogido la necesidad de cambiar liderazgos y formas (aceptando
las primarias abiertas que había rechazado hasta el momento), implicándose en
procesos ciudadanos unitarios como Guanyem Barcelona o Municipalia, mostrándose
abierto a nuevas fórmulas capaces de responder a la exigencia de cambio.
Recientemente
el dirigente de Podemos Íñigo Errejon señaló de forma certera: “Se nos ha
abierto una ventana de oportunidad, pero no sabemos cuánto va a durar”. Para
Podemos el reto es muy exigente, pues requiere respuestas acertadas y en corto
tiempo. Su papel como fuerza en ascenso se ha multiplicado y el riesgo de
ensimismarse con su proyección demoscópica o con el debate interno sobre cómo
organizarse es alto. La ilusión generada se transforma en expectativa y la
expectativa en utilidad. Mostrar que se es útil es la primera condición para
seguir avanzando. La experiencia negativa del NPA en Francia, y de Grillo en
Italia (sin que mencionarlos suponga ningún paralelismo político con Podemos,
sobre todo con el segundo) y la positiva de Syriza son ejemplos en los que
mirarse.
Los
movimientos unitarios que tienen como objeto cambiar Barcelona y Madrid,
Guanyem Barcelona y Municipalia, suponen una aportación muy interesante. Más
desarrollada la catalana y con un liderazgo muy potente, como es el de Ada
Colau, son innovaciones muy positivas, pero tienen también que asumir la
responsabilidad de forjar una alianza unitaria sin exclusiones (es un mal
síntoma los ataques de Colau a ERC e ICV y el cuasi veto de las CUP a estos
últimos).
El
pasado 25 de noviembre, cuando presentamos Gana Madrid en el Círculo de Bellas
Artes como una alianza entre socialistas y ciudadanos progresistas de Madrid,
señalábamos que la fuerza que había mostrado la ciudadanía en las mareas y en
la resistencia a los ataques del PP merecía una respuesta política a la altura
de las exigencias de cambio. Estábamos diciendo lo que es obvio para tanta
gente: Gana Madrid, además de ser una candidatura a las primarias del PSOE, quiere
ser uno de los caminos de unidad de la izquierda, unidad que es imprescindible
para acabar con la cruel ciudad mercancía en que han convertido la capital de
España Gallardon y Botella. Gana Madrid quiere aportar todo su esfuerzo a una
alianza de la izquierda y los movimientos sociales para conseguir un Madrid
para las personas y reformar la política a través de procesos de participación
de la militancia y de la gente. En esas propuestas se sintetizan las tres
claves: ambición, unidad y cambio.