El PSOE sería hoy el partido más votado, con una ventaja de 1,5 puntos
Rajoy perdería 12,6 puntos respecto a su resultado en las generales de 2011
El
intento de Mariano Rajoy para
frenar el desgaste electoral del PP, subido a los incipientes indicios de
recuperación económica, ha chocado con su proyecto de ley del
aborto. La reforma legal impulsada por el presidente del Gobierno y su ministro de
Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, ha provocado un vuelco en la expectativa
electoral, según el sondeo de Metroscopia para EL PAÍS.
La
encuesta muestra que el PSOE estaría en disposición de ganar unas elecciones
generales con una ventaja de 1,5 puntos sobre el PP. Sería la segunda vez que
los socialistas están por delante de los populares en esta legislatura, según
la serie histórica de sondeos, aunque ahora de forma ligeramente más amplia. La
otra ocasión fue en septiembre de 2013, pero entonces era por solo cuatro
décimas.
El
PP tendría el 32% de los votos y el PSOE el 33,5%, siempre con las salvedades
de que el margen de error del sondeo deja el resultado en un empate técnico
entre los dos grandes partidos y de que al no haber elecciones convocadas no
puede medirse el grado de movilización de última hora. Falta también comprobar
si ese vuelco es fruto de un acontecimiento concreto y coyuntural o si se
consolida en sondeos sucesivos como tendencia.
De
hecho, la mínima ventaja de septiembre de 2013 no se consolidó luego y la baja
fidelidad de voto del PP (un 41% frente al 44% del PSOE) es consecuencia de que
uno de cada cinco electores de los que votaron a los populares ahora dice que
se abstendría. Esos potenciales votantes podrían movilizarse a última hora.
Gallardón se desploma y es el peor valorado entre votantes
populares
Con
respecto a las elecciones
generales de noviembre de 2011, el PP perdería 12,6 puntos y el PSOE
recuperaría 4,8. Los populares habrían perdido casi dos puntos en el último
mes, los mismos que recuperan los socialistas. Es decir, que la suma entre
ambos, lo que se etiqueta habitualmente como el bipartidismo se mantiene bajo
mínimos, mientras que IU y UPyD consolidan su tendencia al alza como beneficiarios
de ese supuesto nuevo panorama político. Los de Cayo Lara llegan a
la cifra récord del 12,5%, y los de Rosa Díez al 7,3%,
tras un llamativo repunte coyuntural en septiembre y octubre.
De
los resultados del sondeo se deduce que en términos estratégicos y electorales
la decisión de Rajoy de acometer la reforma del aborto tiene para el PP más
contraindicaciones que beneficios. La pretendida explicación de que le sirve
para congraciarse con sectores más conservadores no tiene traslación práctica
en expectativa de voto.
Probablemente
porque esos sectores no tienen más opciones que el PP y, en todo caso, van a
votar a este partido en el último momento, pase lo que pase. También porque el
problema de los populares está más bien en el voto de centro que pueda disputar
con otras opciones como, por ejemplo, UPyD que resta votos a los dos grandes
partidos.
Todo el Gobierno suspende y caen los ministros con polémicas
públicas
Y,
sobre todo, porque la polémica brinda al PSOE una plataforma perfecta para la
recuperación. Por un lado porque le da una bandera a la que engancharse, como
fue en su momento y salvando las distancias la guerra de Irak; por otro, porque
moviliza al electorado de izquierda frente al PP que recorta derechos y
libertades y, especialmente, porque rompe el discurso del “todos son iguales”
que tanto y con tan poco éxito hasta ahora ha combatido Alfredo Pérez Rubalcaba
esta legislatura. Los socialistas han cogido al vuelo estos días el argumento
contraponiéndose con los recortes de derechos del PP e identificando a Rajoy
con la ultraderecha.
Hay
otro efecto negativo para el Gobierno que es el de contraprogramación de su
propio mensaje, porque eclipsa las noticias sobre la supuesta recuperación
económica sobre la que había basado Rajoy su estrategia para 2014. Los primeros
dos años fueron los de los sacrificios con incumplimientos de programa y ahora
tocaba recoger los frutos de la mejora de los datos, a la espera de la reforma
fiscal, que en 2015 empezarían a percibir los españoles.
Quizás
por eso, el sondeo de Metroscopia muestra que los españoles no perciben la
recuperación que con tanto entusiasmo publicita el Gobierno. El 89% sigue
calificando negativamente la situación económica; el 68% dice que seguirá igual
o empeorará y el 65% no ve mejora al paro. Apenas mitiga esos datos que
disminuya en cuatro puntos el porcentaje de los que ven mala la situación
económica o que aumente en ocho puntos el de los que creen que mejorará en los
próximos meses. Pero la valoración sobre el Gobierno y su gestión no mejora.
Un
dato que permite sostener que el vuelco es consecuencia directa del proyecto de
ley del aborto es el del desplome de la valoración de Alberto Ruiz-Gallardón,
hasta el punto de que pasa a ser el ministro peor valorado entre los votantes
populares, quitándole el título al responsable de Educación y Cultura, José
Ignacio Wert. El proyecto de ley del aborto ni siquiera le sirve a Gallardón
para congraciarse con los votantes del PP.
El
ministro de Justicia es la cara de la reforma de la ley del aborto, aunque no
hay ninguna duda de que un proyecto de este calado procede de la decisión del
presidente del Gobierno, en su oportunidad y en su contenido. Rajoy con su
estrategia premeditada logra que se hable de la ley Gallardón, la ley Wert o la
ley Fernández, aunque todas tengan su decisión e impulso. Conscientemente,
aplica una estrategia contraria a la de su antecesor en el cargo, por la que
antes se hablaba de las leyes de Rodríguez Zapatero y ahora de las de los
distintos ministros. El modelo burladero de Rajoy, frente al modelo pararrayos
de Zapatero.
Junto
con Gallardón, caen otros dos ministros con polémicas públicas recientes: el de
Industria, José Manuel Soria, y el de Interior, Jorge Fernández. El primero ha
sido la cara de la polémica sobre las tarifas eléctricas y el segundo, entre
otros asuntos, ha promovido leyes como la de Seguridad Ciudadana.
El
caso de Fernández es curioso porque es criticado por los más conservadores, por
su gestión frente a ETA, y por la izquierda por sus leyes de orden público. El
resultado es que arruina la tradicional sobrevaloración popular de los
titulares de Interior.
El
balance del conjunto del Gobierno sigue siendo negativo porque la nota de todos
sigue cayendo, sin que se atisbe más cambio que el mínimo que deba hacer para
la candidatura de las elecciones europeas de mayo.
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