De cuarta caja de
ahorros a ejemplo de malas prácticas. Caja Mediterráneo (CAM) se hundió el año
pasado como un castillo de naipes ante los ojos atónitos de muchos y el sonrojo
de otros, tras un accidentado e infructuoso intento de pactar una fusión que evidenció
su debilidad. La intervención del Banco de España el 22 de julio sacó a la luz una
realidad que llevó a la CAM a ser calificada como "lo peor de lo
peor", por el exgobernador Miguel Ángel Fernández Ordóñez.
La
CAM pasó de 244 millones de beneficios en 2010 a admitir pérdidas de 2.713
millones en el ejercicio siguiente. Al año de la intervención, son muy visibles
los restos del naufragio de una caja con 137 años de historia fruto de una
veintena de fusiones. Su debacle ha dejado cicatriz en Alicante, donde la Obra
Social colaboraba y financiaba numerosas actividades. Ahora, sus exdirigentes
afrontan posibles responsabilidades en varios ámbitos. Y la entidad, convertida
en Banco CAM, ha iniciado otra etapa tras adquirirla en subasta el Banco Sabadell por un euro y con una inyección del
Fondo de Garantía de Depósitos 5.249 millones para sanearla.
“La
CAM acompañó a la Generalitat valenciana en costosas aventuras: la Ciudad de
las Artes y las Ciencias, Terra Mítica o la Ciudad de la Luz”
"Lo que nos ha
hundido es el ladrillo", enfatiza un exconsejero que reclama anonimato. Su
respuesta se amplía al preguntarle los motivos de la crisis de la CAM, que
atribuye al "endiosamiento del equipo directivo, la avaricia en la
construcción, la manga ancha en la gestión y la falta de controles
internos". Eso, agrega, "más la instrumentalización política". Y
es que la CAM acompañó a la Generalitat valenciana en muchas y costosas
aventuras: la Ciudad de las Artes y las Ciencias, el ruinoso parque Terra
Mítica o la Ciudad de la Luz. Tres días antes de la intervención, por citar
otro ejemplo, prestó al ejecutivo valenciano 200 millones. También concedió,
entre 2004 y 2010, a sus consejeros 161 millones en préstamos blandos, en
algunos casos al 0%.
Con
Roberto López Abad, director general en la última década, la caja vivió un
fuerte crecimiento en parte por su indisimulado entusiasmo por el sector
inmobiliario. Cuando estalló la burbuja, le alcanzó de lleno. La caja había
duplicado su negocio inmobiliario entre 2003 y 2005. Llegó a participar en 66
sociedades y en 104 proyectos del sector. Se vinculó a Polaris, Martinsa, Nozar
o al proyecto de El Pocero en Seseña. También saltó el charco. En abril de 2009
compró el 100% de la mexicana Crédito Inmobiliario, donde
invirtió casi 300 millones. El proyecto no levantó el vuelo y fue liquidado en
junio.
“La
CAM inició la carrera de las fusiones asegurando que podía seguir sola para
encadenar maratonianas negociaciones fracasadas”
La CAM inició la carrera
de las fusiones asegurando que podía seguir sola para encadenar poco después maratonianas
negociaciones fracasadas. La peregrinación pareció terminar en mayo de 2010, al aliarse con
Cajastur, Caja Cantabria y Caja Extremadura. Pero la alegría duró poco y
terminó expulsada por falta de solvencia. Luego fue intervenida. Cuestionada la
gestión, las indemnizaciones
millonarias y los salarios de sus directivos atizaron el escándalo. "Como
ciudadano me estremezco cuando escucho esas indemnizaciones ilógicas y fuera de
lugar en estos momentos de crisis", llegó a decir Alberto Fabra,
presidente valenciano. Y es que pocos meses antes de la intervención, López
Abad y otros cinco altos directivos de la CAM se acogieron al ERE de la entidad
con prejubilaciones que sumaban 15,5 millones, según el expediente
disciplinario abierto por el Banco de España en enero a 48 exdirigentes. Su sucesora,
María Dolores Amorós, se puso un sueldo de 600.000 euros y una
pensión vitalicia de 369.497 euros a espaldas de los órganos de control. Amorós fue despedida fulminantemente por el supervisor en
septiembre de 2011, entre otros motivos por falsear la contabilidad con
artificios financieros. Recurrió a los tribunales y en la vista exigió 10 millones en
concepto de lucro cesante. Pero la juez la dejó sin indemnización ni pensión vitalicia. El otro
gran protagonista fue el último
presidente de la CAM, Modesto Crespo, que no tenía sueldo oficial
pero se aseguró una retribución anual de 300.000 euros a través de una filial de CAM, TI
Participaciones.
Esta
mala gestión también la pagaron miles de clientes. "Estoy en la CAM desde
que era Caja de Ahorros y Monte de Piedad. Nunca tuve problemas", relata
Concepción Arroyo. Tras el cobro de "un dinerillo" surgió la
posibilidad de comprar cuotas participativas. "Siempre pedía que el
capital estuviera garantizado porque no quería ningún riesgo", recuerda.
Le ofrecieron una fórmula mixta: 1.500 euros en cuotas y un plazo fijo a un
interés superior al del mercado.
“Banco
CAM explica que tras analizar a cada cliente que compró cuotas está planteando
propuestas comerciales a la gran mayoría”
La CAM fue la primera y
única caja que emitió cuotas participativas (títulos similares a las acciones
pero sin derechos políticos). Tras la intervención y la segregación del negocio
en Banco CAM, la caja se quedó con unas cuotas sin valor. Hay unos 54.000
poseedores de títulos. Concepción, ahora socia de Adicae, explica que a
mediados de junio recibió una llamada de Banco CAM (Banco Sabadell) y le
ofrecieron cambiar sus cuotas por acciones de la entidad catalana. Incluía
contratar un seguro de vida, una tarjeta de débito y que volviera a depositar
allí sus ahorros del pasado. "No pueden exigir una cantidad que no saben
si tengo", replica molesta. Está sin empleo.
Banco
CAM explica que tras analizar a cada cliente que compró cuotas está planteando
propuestas comerciales a la gran mayoría. El objetivo es que recuperen gran
parte del dinero, así como mantener o volverlos a tener de clientes. Por otro
lado, hay 75.000 personas atrapadas por la compra de participaciones
preferentes y de deuda subordinada. José Belmonte supera los 70 años y lleva
toda la vida de cliente de la caja. Tras jubilarse cobró un plan de pensiones,
"los ahorros de 40 años", y lo metió en un plazo fijo. "Son
menos de 50.000 euros y más de 30.000 euros", comenta. Creyó que le ofrecían
un plazo fijo. No está de acuerdo con la propuesta de Banco Sabadell.
La
entidad propone rescatar las preferentes con acciones un 64% más caras.
"Queremos cambiar el papel que tenemos por dinero, no por otro
papel", dice Belmonte, de Plataforma CAM.
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