El anuncio del cierre de la radiotelevisión pública valenciana por parte del gobierno que preside Alberto Fabra supone el punto y final al intento de los valencianos de dotarse de un medio público independiente que los sucesivos gobiernos del PPCV condenaron al fracaso y la ruina.
Los trabajadores de la RTVV comunicaron que seguirán luchando contra el cierrde la TV pública valenciana |
La
noticia abría las ediciones digitales de toda la prensa autonómica y estatal,
pero en Nou —nombre actual de la antigua Canal 9— los espectadores sólo podían
optar entre los tiros de Brigada de mujeres, el western
de saldo programado como cada tarde en el primer canal, o por unos informativos
en el segundo canal —el dedicado a dar información las 24 horas del día— cuyos
realizadores optaban por no darla. Cuando el gobierno valenciano anunciaba el
cierre de la radiotelevisión pública,su audiencia era la última en enterarse.
No
era la primera vez. Sólo un par de años antes RTVV —pese a disponer de más
medios y personal que cualquier otro medio en el territorio y tener sus
responsables hilo directo con el protagonista de la noticia— también fue el
último medio en informar de la dimisión de Francisco Camps. Para entonces,
su prestigio y credibilidad, así como el grueso de su audiencia, ya se habían
volatilizado.
Mucho
había llovido desde que el 4 de julio de 1984 Las Cortes valencianas,
presididas por el socialista Joan Lerma, aprobaran la Ley de Creación de la Radiotelevisió Valenciana, con la
intención explícita de "profundizar" en el autogobierno autonómico y
posibilitar la "antigua y renovada aspiración del Pueblo Valenciano"
de expresarse y comunicarse en su propia lengua "para lo cual los medios
de comunicación de carácter público constituyen el soporte idóneo".
Ciscar: "RTVV
es un lujo que los valencianos no nos podemos permitir"
No
sería hasta un lustro después cuando, el 9 de octubre de 1989, con la emisión
de La Vaquilla de
Luis García Berlanga como plato fuerte de la noche inaugural, se iniciaban
oficialmente las emisiones inaugurales en Canal 9 y Ràdio 9, por entonces
los dos canales de un ente integrado por menos de 500 trabajadores. Cómo RTVV
pasó de tener ese número de empleados a casi cuadruplicar la cantidad, al
tiempo que su deuda se elevaba a casi 1.400 millones
de euros a la misma velocidad en que se esfumaba
su audiencia, es una historia que admite muchos matices. Pero cronológicamente
su inicio es indiscutible: la llegada del PP a la presidencia de la
Generalitat
Valenciana.
La "refundación" de Zaplana
Cuando
en 1995 el murciano Eduardo Zaplana
alcanzó la jefatura del Consell, después de seis años de andadura, la plantilla
de RTVV (que había incrementado notablemente sus horas de emisión) había
aumentado en 150 personas y la deuda del ente ascendía a 22 millones de euros.
Sin embargo, "los cimientos de RTVV no eran estables". Así al menos
lo recuerda Artur
Balaguer, ex redactor de informativos del ente, en el que trabajaba desde
su primera época.
"Cuando
pudo, el PSPV no se atrevió a hacer la televisión que tocaba", opina
Balaguer de una etapa en la que ni la implantación del valenciano en el ente
fue rotunda ("la gente no estaba acostumbrada a escuchar valenciano
normalizado y los doblajes de películas no fueron bien recibidos"), ni
tampoco la vocación por ofrecer una producción propia y de calidad,
mientras en cambio programas como Carta blanca ponían
el germen de lo que en adelante se conocería como"telebasura" ("se
hizo una televisión comercial a más gloria de su presidente, Amadeu Fabregat,
que luego se recolocaría en RTVE").
“El inicio del
aumento de la deuda coincide con la llegada del PP a la Generalitat ”
No
obstante, el giro propagandístico no se produciría hasta casi dos años después.
"La refundación de
Canal 9 se da con la
irrupción de Punt2, el segundo canal televisivo del ente" apunta con
ironía Julià
Álvaro, también redactor de informativos desde los inicios del ente, que
recuerda cómo, "con la excusa de su estreno se contrataron a 53 nuevos
redactores, pero todos ellos pasaron a la redacción principal, apartando a
todos los que estaban antes". Álvaro, que hasta entonces había cubierto la
información estatal, era relegado a la de deportes.
Un endeudamiento sin límite
"Así se entró en la etapa del PP,
en la que RTVV se empezó a utilizar como un vehículo de propaganda de Zaplana, al tiempo que
en una agencia de colocación para el partido y una manera de desviar dinero
público a sus propios intereses", describe el periodista la etapa
inicial de RTVV con Zaplana al frente de la Generalitat , que no
cambió sustancialmente con el relevo del fugaz José Luis Olivas y Francisco
Camps. Con esos mimbres ya nadie se la podía creer y la
audiencia empezó a caer en picado, a pesar de que la televisión vendió su
alma al diablo con la emisión de espacios como Tómbola o el
judicialmente condenado El Juí d'Alcàsser, en el que desde la televisión
pública se cuestionaba la investigación oficial del terrible asesinato de tres
jóvenes en Alcàsser en 1992.
Sin
embargo, la calidad no era ya el único problema de RTVV. Porque, después de que
con la toma de control del ente por parte del PP las pérdidas anuales —hasta
entonces cubiertas parcialmente de manera directa por las arcas de la Generalitat — se
incrementaran sustancialmente (de los 28 millones registrados los años 1996 y
1997, se pasó a los 47 de 1998), el gobierno de Eduardo Zaplana promulgó una
ley para que el ente pudiera endeudarse de manera autónoma, ejerciendo la Generalitat
exclusivamente como avalista. A partir de entonces, la
deuda se disparó.
La audiencia empezó
a caer en picado, a pesar de espacios como 'Tómbola' o 'El Juí d'Alcàsser'
Los
25 millones de euros anuales en gastos de personal de 1995 ya se habían
duplicado en el año 2000. A
finales de la pasada década, con 1.800 empleados entre opositores y
contratados, ya superaban los 80 millones. Sin embargo, el superávit de
personal no se traducía en autosuficiencia: como recogen los informes anuales
del síndico de cuentas valenciano, la contratación de producción
externa también se había multiplicado: sólo en cinco años también la
externalización había pasado de los 18 millones de euros de 1995 a los 43 de 2000,
superando los 50 millones anuales los tres cursos comprendidos entre 2006 y
2008. Precisamente en los 57 gastados en 2006, se camuflaron los 7,4 millones
pagados a una empresa de la trama Gürtel por la sonorización de la visita de
Benedicto XVI a Valencia, y que constituyen una pieza del caso por el que
varios directivos de RTVV están actualmente imputados.
Saco de gastos
Pero
el dinero destinado a la trama Gürtel no fue el único que engordó
artificialmente la deuda del ente. Como recientemente recordó el grupo
parlamentario de Esquerra Unida en Les Corts, RTVV fue empleada por el Consell
para "subvencionar
de manera encubierta" a algunos clubs de fútbol valencianos,
destinando 152 millones de euros al Villareal CF, 203 al Valencia CF y 27 al
Levante UD por sus derechos de retransmisión, precios "por encima de
mercado, como evidencia el hecho de que luego los revendieran muy por debajo de
este importe", señaló el diputado Ignacio Blanco. Del mismo modo, el pago
a Bernie Eccleston por la celebración de la Formula 1 en Valencia se incrementó con 22
millones en concepto de derechos de emisión "en lengua valenciana"
del campeonato para las temporadas de 2010-2013. Finalmente, el locutor
estrella de las retransmisiones fue el argentino Víctor
Seara, que cobró más de 10.000 euros al mes por retransmitir las carreras
de las temporadas 2010 y 2011; eso sí, en perfecto castellano.
"Es normal que
se cierre RTVV", dice un redactor de informativos
"Perdido
su sentido y en la medida que no existen motivos razonables para su existencia, es
normal que se cierre RTVV. Ni el PP, ahora que no la ve nadie, la
necesita", justifica Julià Álvaro el persianazo al ente anunciado ayer por la Generalitat, una
vez que la gestión relatada condujo irremisiblemente a su ruina y el ERE de última hora, declarado finalmente nulo (lo
que implicaría un nuevo desembolso en indemnizaciones no inferior a los 24
millones de euros), no podía posibilitar su reflote tras unalavada de cara basada casi exclusivamente en su cambio de nomenclatura.
¿Pero
deberían estar contentos los valencianos por la pérdida? "No deberían
estarlo —opina Álvaro—. Una comunidad con una identidad política y cultural
propias a estas alturas de siglo necesita unos medios de comunicación que le
informen desde
su propia óptica y con información diferenciada. O tienes medios públicos,
ejerciendo una verdadera función pública, que respondan a esa realidad social o
estás condenado a estar secuestrado por medios extraños o que obedecen a
intereses privados".
La
opinión del vicepresidente de la
Generalitat , José Ciscar, era en cambio más
sencilla: "RTVV es un lujo que los valencianos no nos podemos
permitir". Ciscar ofrecía así la versión oficial del gobierno valenciano,
en ausencia de declaración alguna del presidente Fabra, bajo cuyo mandato los
valencianos ya pueden sumar, junto las de las dos grandes cajas valencianas CAM
y Bancaja, la pérdida de su radiotelevisión pública.
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